Everest 2000

El Everest cima conquistada el 27 de mayo de 2.000 con la única compañía del sherpa Lackpa, convirtiéndome en el primer Cántabro en lograr esta cumbre y el 5º Español por la cara norte. Una expedición que tuvo una duración de dos meses y en el que compartíamos permiso con la expedición vasca compuesta por Iosu Feijoo, Willy Bañales, Edurne Pasaban y Angel Navas, el asturiano Cipri López el argentino Gustavo Lisi los italianos Silvio Mondinelli y Mario Merelli y Yo.
Si bien cuando partí hacia la montaña más alta del planeta, mi intención era solamente vivir una bonita experiencia en el grandioso Everest, lo cierto es que a medida que pasaban los días y con una aclimatación que a la postre sería la ideal, me veía cada vez con más ganas y fuerzas para ascender lo más alto posible. Y así poco a poco y comparando mis fuerzas a las de otros grandes alpinistas, comprobaba que ¿por qué yo no podría intentar la cumbre?. Así lo hice y tuve la suerte del principiante aunque pagué un precio muy alto al tener que vivaquear a 8.600 m. de altura por culpa de la intensa niebla que no me dejaba ver más allá de los 8 - 10 metros.
Al día siguiente conseguí llegar a la tienda del campo III donde sufrí el robo más increíble de la historia.."las fotos de cumbre",,,,,
Premio SGE Viaje del Año -2000
Juan Carlos González natural de Castro Urdiales, protagonista en solitario de una insólita ascensión al Everest, sin apoyos logísticos de importancia, prueba del mayor espíritu aventurero.

 

 

Expedición al Everest 2.000

 

Intentaré explicar cómo viví todo lo que a mí alrededor sucedió y sentí como una experiencia única cuando comenzó a gestarse la expedición al Everest. Distinguiré todo este proceso en cuatro partes que considero esenciales.

La preparación física
La preparación Psicológica
La Aclimatación
La decisión de ir a cumbre

La preparación física : Es muy importante pero no es fundamental. En mi caso llevo unos 25 años practicando el cicloturismo casi de competición, entrenando casi a diario con una media anual de entre 10.000 y 16.000 kilómetros. Y no cabe duda que ha sido esta práctica deportiva, la que me ha dado un fondo lo suficientemente importante como para resistir largas jornadas, como las que se necesitan para el ascenso de grandes montañas. A esto hay que añadir que los últimos tres años, me he dedicado más específicamente a la montaña, con viajes a los Andes, a los Alpes y prácticamente todos los fines de semana a los Pirineos o a los Picos de Europa.
Desde que supe que iba al Everest, unos 5 meses antes, el entrenamiento era a diario, después del trabajo, siempre sacaba unas dos o tres horas (a veces de noche) para subir al Gorbea o ir al San Lorenzo (La Rioja), como anécdota, diré que al Gorbea ascendí unas 70 veces y otras 25 al San Lorenzo. Los fines de semana aprovechaba para acudir a los Pirineos principalmente. Y cuando esto no era posible porque la búsqueda de espónsores era imprescindible, salía a correr para hacer fondo, (no daba importancia al tiempo que empleaba en recorrer esas distancias sino a la distancia), solía hacer unos 20 kilómetros. Una semana antes de salir hacia Kathmandú, dejé los entrenamientos para coger algo más de peso. En cualquier caso, una vez en Nepal, la preparación física sigue su curso y es aquí donde se llega al momento cumbre de tus facultades.
Es en el treking de aclimatación donde notas que físicamente estás casi al cien por cien. A partir de aquí la forma física la mantienes hasta el último día.

La preparación Psicológica : Creo que es uno de los factores que no se suele tener en cuenta y es sino fundamental, si muy importante, que no hay que descuidar en ningún momento. Quizás aquí hay que utilizar cada uno su propia estrategia, aunque no estaría de más consultar con expertos para seguir unas pautas. Yo desde el principio, hacía ejercicios mentales para concienciarme que mi estancia en el Himalaya iba a ser muy larga y penosa, y que quizás el aburrimiento y la añoranza de mi familia podrían ser un factor determinante para abandonar antes de lo previsto, cosa que ocurrió en alpinistas que estuvieron en aquellas laderas del Himalaya. Yo tenía mucho miedo a la distancia con respecto a mi familia, pues soy muy casero y me gusta estar mucho en mi casa disfrutando con ellos, mi mujer lo dijo en una ocasión y es muy cierto, y es que si pudiera, traería al Everest cerca de casa para poder disfrutar de los dos, y ¡quién no!.
En este aspecto, además de la mentalización diaria y sobre todo cuando ya estás inmerso en la expedición hay que añadir la comunicación con el exterior, en mi caso telefónico, que hace más llevadero el problema de la distancia. Nosotros llevamos un teléfono vía satélite (bueno creo que todas las expediciones lo llevaban) y el poder comunicar con familiares, prensa etc., de alguna manera, era como volver a casa de inmediato, dándote ánimos para seguir adelante.

La Aclimatación : ¡fundamental !es fundamental, puedes ir preparado físicamente y psicológicamente muy bien pero si no aclimatas lo suficientemente bien como para llevar adelante una empresa de este calibre, no tienes nada que hacer. Yo antes de ir directamente al campo base del Everest, lo que hice, fue llevar a cabo un periodo de aclimatación que duraría aproximadamente 12 días y que se desarrollaría en el Himalaya en su parte Nepalí y así "mataría dos pájaros de un tiro" aclimatar y no aburrirme de estar tanto tiempo en un mismo lugar.
En esta zona, iríamos ascendiendo desde una altitud aproximada de 2.000 m que llegaríamos en avioneta, hasta los 5.500 m. Que iríamos ascendiendo poco a poco parando a descansar al atardecer en los poblados del Nepal que ya está preparado para este tipo de turismo. Como anécdota, comentaré que en el primer poblado que paramos a dormir, creo que se llamaba Phakding a unos 2.900 m, ya me tuve que tomar la primera aspirina, pues la cabeza empezaba a notar los primeros síntomas de la altura. A pesar de ello y teniendo en cuenta que siempre se me ha dicho que hay que andar despacio para aclimatar mejor, no hice caso e intentaba forzar la marcha pues creía que tendría tiempo de recuperar y que lo que provocaría según mi criterio, sería una mejor aclimatación. Quizás esto me llevó a un desajuste mayor de mi cuerpo, pero en la medida que iba ascendiendo, me encontraba al menos muy bien teniendo en cuenta que iba con un grupo de 5 compañeros más y me servían de referencia. Según mi comportamiento físico y la respuesta que también de ellos tenía, comprobaba que el sistema que yo estaba utilizando quizás me llevaría al éxito y desde luego que siempre que podía, después de llegar a los puntos de descanso para pernoctar, seguía moviéndome aunque solamente fuera para subir desniveles de tan solo 50 o 100m.
Que ya a una altura superior a los 4.000 metros supone un auténtico esfuerzo.
Una vez terminado el treking de aclimatación y comprobado que en comparación con los demás compañeros, mi cuerpo había reaccionado de forma espléndida, volvimos a Kathmandú para iniciar la aproximación al Campo Base Chino del Everest. Aquí llegaríamos ya de forma rápida, (con vehículos todoterreno) y lo cierto es que nos presentamos en 3 día a 5.200 m. Sin ningún tipo de problemas provocados por la altura, eso sí, los tres días que estuvimos en este campo, aproveché para seguir aclimatando y me hice dos montes de unos 6.000 metros es decir hacer desniveles de unos 800 metros, que ciertamente, es un esfuerzo en ocasiones excepcionales para conseguirlo, pero que tienes que tener siempre presente que la aclimatación no se debe descuidar. También tuve ocasiones para sentirme realmente mal, con síntomas claros del mal de altura, náuseas, dolor de cabeza, excesivo frío, cansancio, etc., esto reflejará que tu cuerpo aún no está en condiciones de acometer retos importantes.
El ascenso al Campo Base Avanzado (ABC), que está situado a 6.400 metros, ya empezó a complicarme las cosas pues aquí es donde te tienes que tomar las cosas con calma en todos los sentidos. En este lugar íbamos a permanecer aproximadamente unos 45 días y son los primeros días donde todos los síntomas de la mala aclimatación van a convivir conmigo.
Con el primer ascenso al Campamento I situado a 7.100 metros, llegaría en mi caso el momento más delicado, en cuanto a la aclimatación se refiere, de mi experiencia en el Everest. Ya que además de equivocarme y llevar encima una mochila de unos 20 kilos, el ascenso de una pala con una fuerte pendiente de unos 400 metros de desnivel, hizo que llegase al campo uno, en unas condiciones de agotamiento, al menos para mí preocupantes con vistas a un futuro próximo. Recuerdo que cuando me faltaban unos 50 metros para llegar a las tiendas, me crucé con Juanito Oiarzabal que bajaba hacia el CBA y creo que me vio tan agotado que me aconsejó que dejara el material correspondiente en las tiendas y me volviera al ABC, que en ningún caso me quedara a dormir esa noche allí arriba. Hice caso de ese consejo y me volví al Campo Base Avanzado para descansar. Cuando ya descendía, el cuerpo comenzó a mejorar sensiblemente, lo que me hizo plantearme un nuevo ascenso al Campo I y esta vez para quedarme a dormir y comprobar la respuesta corporal. Así fue y a los dos días volví a subir y en esta ocasión a demás de tardar bastante menos en llegar, mi cuerpo estaba, afectado por la altura claro, pero en unas condiciones muy aceptables, quizás aquí hay que recalcar que ahora mi forma de moverme en la montaña ha cambiado completamente, el paso es más tranquilo que en el treking, pues ahora lo que quiero es asegurar la ascensión para conseguir llegar lo más alto posible.
Después de unos cuantos minutos de descanso, mi situación era casi como en el ABC. Esa noche me quedé a dormir y lo hice aceptablemente, teniendo en cuenta que hizo mucho viento, como anécdota, esa noche el viento se llevó dos tiendas de unos Rusos. Pero dormí bastante bien usando dos aspirinas una al llegar como precaución y otra a media noche, que me desperté con dolor de cabeza. A la mañana siguiente el día era soleado pero seguía el viento, me encontraba bien y eufórico pues el cuerpo parece que respondía. Y seguí pensando en la aclimatación e inicié el ascenso hacia el Campo II pero cuando salí del resguardo que hace una pared de hielo que hay en el Campo I, el viento era tan fuerte que no te dejaba caminar, lo que opté por bajar al ABC.
Después de descansar unos días en el Base, volví a subir y esta vez con la intención de llegar al Campo II. Siempre que subiría haría noche en cada campo, es decir llegué al Campo I y pernocté y a la mañana siguiente, inicié el ascenso al Campo II situado a 7.800 metros de altura y que para llegar hay que subir por una fuerte pala de nieve y hielo larga, larguísima y sin puntos de referencia, es decir casi recta, parece que no llegas nunca y por supuesto que la altura cada vez te lo pone aún más difícil.
Es a partir de aquí donde voy a comprobar que la aclimatación que hasta ahora había llevado, era la correcta, pues cuando llegamos a este Campo II, compruebo que mis compañeros pasan una noche poco agradable, mientras que yo conseguí dormir 6 horas, cosa que me pareció fantástico y al mismo tiempo me daba alas para seguir soñando.
Volvimos a bajar al ABC y ahora parte del grupo decidimos bajar aún más para aplicar una teoría que se está llevando a cabo desde hace unos años y es bajarse a alturas muy inferiores para que se recupere el cuerpo. En esta ocasión, nos bajamos al Campo Base Chino a 5.200 m. para descansar tres días, y aquí lo que hacemos es pasear porque el objetivo es ese, descansar .

Volvemos a subir al ABC y después del correspondiente descanso y dejando pasar los días de mal tiempo, vuelvo a subir al Campo II, siempre pernoctando en el Campo I. Y en esta ocasión el descanso en el Campo Base Chino se deja notar, además de quitar las toses de rigor, veo como el paso a esas alturas es más ligero, con el mismo esfuerzo, está claro que la buena aclimatación está haciendo efecto. Llegamos al Campo II y como el tiempo es bueno, el descanso se hace en buenas condiciones durmiendo prácticamente toda la noche. Al día siguiente inicio el ascenso para conseguir los 8.000 metros cosa que logro sin dificultad. Para mí este era el objetivo principal, teniendo en cuenta que no tenía experiencia, (en alturas superiores a los 7.000 metros). Pero también me hace pensar que la cumbre puede ser posible ya que mi cuerpo está respondiendo perfectamente y siempre comparando mi estado físico con mis compañeros y demás alpinistas que allí se encontraban y que tenían previsto atacar la cumbre en el momento adecuado.
Ahora lo que nos planteamos es volver a recuperar el cuerpo para el ataque final y lo que hicimos es bajamos a un poblado que está situado a 4.400 metros y allí permanecer otros tres días con el fin de alimentamos bien y descansar todo lo posible. Quizás este fue uno de los momentos claves en la aclimatación a la hora de iniciar el ataque a la cumbre.
Después de sufrir el castigo que los 8.000 metros nos había sometido, era imprescindible recuperar. Con la vuelta al ABC, el periodo de aclimatación,había concluido, ahora la suerte y la climatología jugarían un papel primordial.

La decisión de ir a la cumbre :No cabe duda que la decisión de ir a la cumbre, es un factor clave, sabes que las cumbres presentan las mayores dificultades y que si hasta ahora las cosas no habían sido fáciles, la cumbre presentaría el mayor peligro y que tu vida podría estar en juego. Entonces hay que valorar tus posibilidades, contra los riesgos que a partir de ahora te vas encontrar. Esta decisión no se toma a la ligera, sino que la das muchas vueltas y te quita alguna hora de sueño. Una vez tomada la decisión, hay que hacer un esquema mental de cómo serán las cosas a partir de ahora, y lo cierto es que muchas cosas fallan, pero está previsto que fallen porque vas a entrar en un mundo desconocido. ' Cuando inicié el ascenso desde el ABC, yo iba en un segundo grupo, ya que todos a la vez no podríamos coincidir en el Campo III, pues éramos muchos y el jefe de la expedición tomó la decisión de poner en un primer grupo a los más fuertes o a los miembros de su expedición ( recuerdo que yo iba compartiendo el permiso con ellos). Así fue y hubo un intento a cima cuando yo me encontraba a 8.000 metros en espera que hiciesen cumbre mis compañeros para yo hacer lo propio después, pero las condiciones meteorológicas cambiaron bruscamente y se tuvieron que dar la vuelta y bajarse al ABC.
Yo aguanté una noche más en el campo II en espera de una mejoría en el tiempo, pero al no producirse, decidí volver yo también, no antes sin esperar a un compañero que volvía del Campo III en no muy buenas condiciones para acompañarle en la bajada. Estas dos noches creo que fueron excelentes como aclimatación final, ya que cuando llegué al ABC, me encontraba pletórico de fuerzas y de ánimo, que junto con una previsión meteorológica de buen tiempo para los próximos días, hizo que me plantease volver a intentarlo. Y así el 23 de mayo inicié el ascenso al Campo I junto con mi sherpa Lhakpa Gyalzen y el Argentino natural de Salta, Gustavo Lisi, tuvimos que pernoctar en ese campo dos noches por el mal tiempo. El día 25 ascendimos al Campo II durmiendo allí esa noche y al día siguiente (día 26) iniciamos el ascenso al campamento III situado a 8.300 metros. Fue una ascensión relativamente cómoda, siempre teniendo en cuenta que en esas alturas es un constante sufrimiento. Justo antes de llegar a nuestra tienda había un alpinista muerto, aunque estaba casi tapado por la nieve. Me introduje en la tienda y además de descansar que era lo que más se agradecía, estuve un buen rato disfrutando del paisaje, todo cuanto tenía por delante, estaba muy por debajo de mí, incluido el Cho-Oyu que siempre lo tenía de frente y como referencia. Estuve como una hora y media solo antes de que llegasen el Sherpa y el argentino. Después de hacer agua, comer y descansar, nos pusimos en contacto con nuestros compañeros del ABC para comunicarles nuestra situación, ya en ese momento ya estábamos pensando que podríamos atacar la cumbre de madrugada. Un miembro del equipo de Al filo de lo Imposible se puso en contacto con nosotros para que rescatásemos una cámara de fotos que se les quedó en ese campo, cuando fui junto con Lisi, encontré un piolet que ellos usaban para la filmación de una reproducción de la expedición de Irvin y Mallory, era un piolet de madera y alto, lo tomé para mi pues el que yo subía era bastante pequeño, muy técnico pero pequeño. Volvimos a la tienda y a esperar que el tiempo mejorase o de lo contrario volverme a tras definitivamente pues habíamos agotado los días. Pero en la medida que avanzaba la tarde, el tiempo cambiaba sensiblemente, lo que me hace olvidar que estoy a una altura de 8.350 m. que no hubiera soñado antes de ir al Himalaya, y comencé a hacer planes para el ascenso a la cima, después de entablar una conversación por Talki con mis compañeros en el ABC, decido salir a la una de la madrugada, pues al principio yo pensaba salir a las 11 de la noche pero me aconsejaron salir más tarde para no llegar muy pronto al segundo escalón y tener que detenerme a esperar que amaneciese y poder congelarme. Le comenté al Sherpa la posibilidad de salir a las 12 de la noche, pero él no quiere actividad a esa hora, creo que es por razones religiosas. Aquí es donde se "fragua" por decirlo de alguna manera lo que sería la causa principal de mis congelaciones. En definitiva, que salimos hacia la cumbre a la una y media de la madrugada. Lisi que ya durante la tarde estuvo conectado al oxígeno artificial Lakpa y Yo. A la media hora de salir, Lisi no dijo que se dio la vuelta y bajó de nuevo a la tienda. Era el momento que tomábamos los primeros corredores antes de llegar a la arista cimera, entonces decidimos Lakpa y Yo colocamos el oxígeno artificial, para ir más cómodo o tener menos frío, pero la verdad es que tampoco se nota tanto como se suele decir. Al llegar a la arista. tomé la delantera y hasta la cima fui yo abriendo huella y teniendo en cuenta que Lakpa quizás era de los mejores Sherpas que había en el Everest ese año, me daba coraje para seguir, pues veía que iba muy bien.
Ya recién amanecido, llegamos al primer escalón, una pared de roca no demasiado grande, pero que me sorprende porque tenía la idea que era menos complicada, pero había que subirla y así lo hice cogiendo las cuerdas que allí había y siempre comprobando cuál de ellas eran las más nuevas (ese año, no se equipó con cuerdas desde el Campo III a cumbre, eran cuerdas de otros años), una vez superado esta pared, quizás comencé a disfrutar de todo aquello hasta que llegaría a la cima. ¡Qué bonito¡ era algo fantástico, pero había que seguir y aún quedaba mucho. Llegamos a una roca que creo la llaman "la roca Champiñón" y me detengo para sacar una fotografías a Lakpa y veo al fondo el Makalu,
¡ que bajo está¡ seguimos y en unos minutos llegamos al segundo escalón, y la verdad es que a este punto lo tenía mucho respeto, por las imágenes que había visto en alguna proyección o en algún libro,. Y sin menospreciarle, me pareció bastante menos de lo que imaginaba. Tiene una primera parte de roca que se escala con cuerdas, para pasar a una especie de pala de hielo con bastante menos dificultad y que da paso a la famosa escalera, en este punto me detuve de nuevo para fotografiar la famosísima escalera y el paisaje, una escalera de unos 10 metros, metálica que está sujeta con cuerdas y además hay también cuerdas colgando de la parte de arriba, lo que hace que además de comprobar que la escalera esté bien sujeta, ponga el jumar en una de las cuerdas y ascienda por la escalera, que ciertamente te da mucha seguridad.
Cuando sobrepasas este lugar ya te crees que has llegado a la cima pero no es así, aún quedaba bastante y a lo lejos observo a un grupo de gente que me dejan "pasmao" pues me hace pensar que el mal de altura me está afectando, ya que ese día no había nadie al menos por delante, seguro. Con la misma empecé a hacer cuentas aritméticas para ver la reacción, si sabría contestar rápido y bien, y la prueba parece que funcionaba. Aquí podemos hacer un paréntesis y hacer mención al mal de altura que posiblemente aparezca en casi todas las ocasiones que uno se acerque a estas montañas, y es importantísimo saber cuáles son esos síntomas y por supuesto poder, verlos en un momento determinado. Las alucinaciones son o suelen ser frecuentes y uno de los ejercicios más sencillos y efectivos, son hacer cuentas matemáticas sencillas, si la altura te está afectando, seguro que no sabes responder o si respondes lo hacer erróneamente, claro está que esto lo tiene que ver otro compañero. Pero a falta de compañero, es importante al menos que tú lo vayas haciendo. Volviendo al grupo de gente que había visto, resultó ser unas 12 botel1as de oxígeno que alguien había dejado allí por si las cosas se ponían feas, las botellas estaban puestas en pié y llenas porque comprobé dos de ellas y pesaban "de lo lindo", entonces me tranquilicé porque no eran alucinaciones, seguí adelante y pronto sobrepasamos el tercer escalón, que no tiene ninguna dificultad pues se da un rodeo y no hay que escalarle, pero al salir de él comienzas a subir la pirámide de hielo que da prácticamente a la cima.
Al comenzar con la travesía de la pirámide, nos encontramos con la mayor dificultad de toda la ascensión, las cuerdas estaba tapadas por la nieve caída esos días y se había acumulado tanta nieve que nos era imposible desenterradas y no solo eso, sino que se había formado una especie de panza y no nos dejaba pasado sin cuerdas, aquí perdimos una media hora intentando sacar las cuerdas del hielo y eso provocó que Lakpa se quisiera volver para atrás, entonces miré el reloj y vi que eran las 12 y cuarto del mediodía, y comprendí que era bastante tarde pero no demasiado, si lográbamos pasar aquello, en menos de una hora estaríamos pisando la cumbre. Me costó convencer a Lakpa, pero lo hice, eso sí tuve que arriesgar yo y pasar primero aquella panza de nieve y hielo y ciertamente no es que pasase miedo porque de lo contrario no hubiera pasado, pero si pasaba pensando que si se desprendía algún crampón o el piolet, no solo me caería yo sino que también me llevaría a Lakpa por delante. La suerte en ese caso se alió con nosotros y logramos pasado no sin dificultad. Y la verdad que en el momento que pasé esa horrorosa panza, seguí la ascensión a un ritmo casi como si estuviese a 6.000 metros y es que la proximidad de la cima me daba alas. Pero aún me encontré con otra pequeña dificultad que poca gente la describe y es que después de pasar la pirámide de hielo, tienes que volver a escalar un tramo de roca con cuerdas fijas pero que de este año no era ninguna, y tienes que tantear cual es la más segura. Una vez ascendido esta pared, sales a una pala de hielo y sigues sin ver el final y después de unos pocos metros más, entonces ¡Sí¡ ¡Ya es hora¡ ya llego a la cima estoy a menos de 10 minutos para pisar el punto más alto del mundo (me detengo y fotografío la cumbre) y en pocos segundo me pasan por la cabeza las gentes más importante en mi vida los que están y los que no están y también los que me han ayudado a estar aquí. Cuando estaba pisando la cima, miré el reloj y eran las 13 h. y 20', hora Nepalí y según mi reloj y observo como el Lhotse queda muy por debajo de donde yo estoy, pero entonces me vino a la cabeza ¿Y el trípode? No veía el trípode por ninguna parte, Lakpa aún no había llegado y me giré para buscar el famoso trípode, entonces resbalé y me caí pendiente abajo hacia el lado Nepalí creo, y aunque intentaba cruzar los pies para frenar, bajaba tan descontrolado que pensé que aquel momento era el final. Me parecía injusto pisar la cima y quedarme allí, fueron posiblemente unos pocos segundos, pero por mi cabeza paso una vida y un deseo inmenso de seguir viviendo, ¡grité, le grité a Dios, pedí auxilio y de pronto algo me detuvo, con la misma clavé el piolet fuertemente hasta el fondo, una vez que me vi seguro, miré hacia atrás y vi como dos piedras no muy grandes me había frenado, sobre todo una de ellas que rasgó el buzo y se quedó enganchado en él. Me levanté e inicié nuevamente el ascenso a la cumbre, allí estaba Lakpa que al mismo tiempo que me abrazaba, me regañaba, supongo que se asustaría mucho, pero no tanto como yo. Observamos un poco el paisaje, nos hicimos las fotos y comenzamos el descenso. Nos había entrado las prisas por volver, allá arriba ya no hacemos nada. De nuevo llegamos a la panza de la pirámide, pero ahora no nos podemos entretener y la pasamos con todas las precauciones del mundo. Al llegar al segundo escalón, bajó primero Lakpa y después lo hice yo, cuando dejo las cuerdas veo que el Sherpa se había alejado y que ya hacía tiempo que me había quedado sin el oxígeno, pero no le doy importancia y sigo la marcha, pero en ese momento quizás no era consciente que yo bajaba despacio, quizás para no cometer otro error y volverme a caer por aquellas laderas. La caída de la cima era evidente que psicológicamente me estaba pasando factura. El tiempo pasó rápidamente y la noche se mezcló con la niebla y con la falta de visión en el ojo derecho. Ahora me tengo que parar y pensar muy bien lo que tengo que hacer. Me parecía una auténtica temeridad seguir en aquellas condiciones y pararme para vivaquear llevaría consigo congelaciones en pies y manos, pero podría seguir viviendo. Esta fue la decisión que tomé y que hoy no me arrepiento.
Busqué un lugar donde refugiarme y la piedra más grande que había en ese lugar, comprobé que lugar estaba más protegido del viento, curiosamente era en uno de los extremos, hice un pequeño agujero en el hielo para no resbalar y saqué de la mochila la funda vivac que siempre llevo conmigo, puse la mochila de almohada y me cubrí el cuerpo con las banderas de Castro Urdiales y Cantabria que había subido a la cima. Cerré la cremallera e intentaba moverme para mantener la temperatura, al menos la noche era tranquila con lo que al fuerte viento se refiere. No sé el tiempo que pasó pero creo que me dormí y desperté sobresaltado y tembloroso, abrí la cremallera y pedí auxilio e hice tocar un silbato que llevaba en la mochila, pero después de todo esto, pensé que allá no me podría ver nadie, observé el horizonte (Cho-Oyu) y había tormenta que si vendría hacia mí lo complicaría, pero tuve suerte. Me acordé de Lakpa, no sabía qué habría pasado con él, si hubiese podido alcanzar el Campo III o por el contrario estaría vivaqueando como yo. Me quedé dormido de nuevo y esta vez creo que bastante profundo, porque la noche no se me hizo tan larga, lógicamente el cansancio estaba haciendo efecto. Pero yo no tuve en ningún momento del vivac, la sensación de que me podía quedar allí, yo estaba "muy bien".
Comenzó a clarear y miré el reloj, eran las cuatro y media de la mañana y se veía muy bien, el ojo se había recuperado y físicamente estaba recuperado, al menos eso me pareció a mí. Me levante y después de recoger todas mis cosas, comprobé el estado de las manos y de los pies, y aparentemente funcionaban perfectamente. La verdad es que pensé que sería un verdadero milagro salir de allí sin ningún tipo de congelaciones.
Cuando llegue al primer escalón puse el "ocho" e inicie el rappel cuando llegue a la parte de abajo al soltar el "ocho" se me calló de las manos y le perdí de vista ladera abajo. Entonces me di cuenta que mis manos al menos estaban congeladas pues estaban en posición cerradas y agarrotadas, no las podía abrir. Pero no me detuve y continué el descenso al mismo tiempo que movía los dedos de los pies, pero parecía que estaba sanos. Cada vez que tenía que soltar el mosquetón de seguridad y volver a poner en las cuerdas, me costaba una barbaridad, pero había que salir de allí y sacaba fuerzas de donde no había, ya por fin observo las tiendas del Campo III y cuando estoy casi llegando se acercó a mí el Sherpa de Silvio un y me ayudó a soltar el mosquetón hasta que llegué a las tiendas.
Me hidraté lo que pude, mientras Lisi que se encontraba en las tiendas del Campo III, me "ayudaba" a quitarme la mochila y también la cámara de fotos, sin que yo me diera cuenta, me sacó el carrete de diapositivas de la cámara y con la misma nos comunica a Lakpa (que estaba con síntomas de edema cerebral) y a mí (congelado) que se baja hacia el base, dejándonos solos y sin líquido. Le dije a Gustavo que estábamos mal los dos y que por favor si se bajaba, nos esperase en el Campo II para hacernos agua ya que estábamos deshidratados, él con mucho desparpajo, no dijo que sí, que nos esperaba allá.
Después de descansar unos minutos, iniciamos un larguísimo descenso Lakpa y yo hacia el Campo II, pero las fuerzas eran cada vez menos y el ritmo de bajada era lento. Llegamos al Campo II y allá no había nadie, Lisi nos había abandonado a nuestra suerte. Yo tenía la boca muy áspera no podía ni siquiera tragar saliva. Estuvimos descansando unos minutos e iniciamos el descenso al Campo I, con una intensísima niebla que apenas nos veíamos Lakpa y Yo y tan solo nos separaba unos diez o quince metros, con la intención de quedamos a dormir allí porque las fuerzas no soportarían bajar la pala del Campo I al CBA. Cuando nos faltaban unos pocos metros para llegar a las tiendas del Campo I, apareció de entre la niebla la voz de Silvio Mondinelli , el Italiano que compartía permiso con nosotros, fue para mí como una auténtica aparición. Nos fundimos en un abrazo con lágrimas en los ojos, nos llevaba té caliente y agua. ¡qué maravilla¡ esperamos a Lakpa y bebió también hasta que agotamos todo el líquido, unos metros más abajo en el Campo I estaba Mario Merelli el otro Italiano que junto con Silvio y dos sherpas, subieron a buscarnos , nos volvimos a hidratar y nos ayudaron a descender hasta el Campo Base Avanzado. Al finalizar la interminable pala, nos esperaban Willy Bañales y Angel Navas con una coca-cola (será la coca cola más rica de la historia).
Ya estábamos a salvo, por fin, después de 15 horas seguidas de descenso.
En la tienda cocina nos esperaban Rosa Real y Miguel Angel Vidal, quienes nos atendieron de nuestras lesiones, montaron allá mismo casi un hospital, poniéndonos suero a los dos y haciéndome las primeras curas de urgencia tratando mis congelaciones de la mano, que dicho sea de paso, siempre que vayáis a la alta montaña, el tratamiento idóneo de unas congelaciones de emergencia es:
Baños de agua caliente a 39 grados con mucho "betadine" y con las manos o pies sumergidos durante 20 minutos, dos veces al día, tomando vaso dilatadores si los hay y si no, aspirinas, y si hay, también algún antibiótico. Las manos cubrirlas con vendas y además protegerlas con manoplas para evitar el contacto con el exterior y prevenir cualquier tipo de infección. Importantísimo, evacuar lo más rápidamente posible y que nunca te pinchen las ampollas que se derivan de las congelaciones. La misma ampolla está haciendo de protección.
Desde aquí mi agradecimiento a todos los que de alguna manera me ayudaron los días previos al regraso a Zaragoza y en especial al magnífico trato recibido en el Hospital de la Maz por parte de las enfermeras de la planta y al inmejorable trato humano y profesional por parte de Kiko Arregui y de Chelo Chillida.

Esos días, se escribió mucho sobre mi ascensión y todo fueron invenciones y falsedades. Hay periodistas que lo son porque sacaron el título en la universidad, pero nada más. El día que hice cumbre, fue un día de libro para ascender, soleado, despejado y con poco viento ¿Qué más se puede pedir? Y si no hacía tan buen tiempo, ¿Cómo se explica que las cámaras de Al filo de lo Imposible me grabaran desde el Campo Base Chino? Y las imágenes son totalmente nítidas y sin nubes?.
Gustavo Lisi jamás subió (aquel año) más arriba de los 8.400 metros, nunca intentó subir a buscarme ¿Cómo me va a encontrar sentado en yo que sé qué lugar si no se movió de las tienda del Campo III?, todo lo contrario, me abandonó. Se marchó del Campo III dejándonos a Lakpa (por cierto, a este hombre lo contratamos Cipriano López y Yo, luego jamás fue sherpa de Lisi) y a Mí solos y si no hubiéramos bajado de allí, ahora posiblemente con todas sus mentiras (creídas por los que se creen periodistas) sería un héroe. Por desgracia años más tarde se ha convertido de nuevo en protagonista al abandonar a su cliente en el Everest nepalí y esta vez con resultado de muerte.
Muchos me preguntan qué es lo que cambiaría, si volviese al Everest de nuevo. Pues creo que el único error, si es que lo hubo, fue salir tarde del Campo III hacia la cima, quizás de volver, saldría dos horas antes. Pero nunca sabes, igual luego te sale alguna otra cosa mal. En cualquier caso, no me arrepiento ni de haber ido al Everest ni de haber tomado la decisión de vivaquear. Creo que los accidentes hay que solucionarlos y seguir adelante.
En algún lugar leí que: Un montañero no hace un paréntesis en la vida para ir a la montaña sino que es la vida misma.
Espero haber transmitido, al menos en parte, lo que yo viví en el Everest y si se puede, que sirva para que otras personas puedan sacar provecho de esta experiencia.

 

Juan Carlos González